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La actriz que vivía en las nubes

Nuria Carresi y Marina Carresi – Recorte de prensa

Hubo una época en mi vida en la que iba a castings. Castings, casting y más castings.

En la calle Pizarro había una escuela de baile con preciosas salas llenas paredes con espejos y suelo de parquet y olor a madera. Esas salas las alquilaba TVE para que los actores de los Estudios 1, novelas y otras producciones, pudieran ensayar. Cuando era pequeña acompañaba a mi madre y me empapaba de toda esa cultura que luego aparecería mágicamente en  esos primeros aparatos de televisión en todos los hogares españoles en los años 60 -70. Me encantaban esas habitaciones enormes y los actores, que primero sentados en un círculo en el centro de la enorme sala y luego de pie incorporando algunos movimientos e intenciones, iban convirtiendo las palabras escritas en un guión, en algo vivo y lleno de emoción. Las bailarinas correteaban por los pasillos con sus tutus y sus zapatillas de baile y se respiraba creatividad y excitación por todas partes. Allí había un personaje que era como el guardián de las llaves del castillo que organizaba las salas y tenía todo bajo control, Rufino. Rufino era amable y peculiar, no era alto pero  era muy robusto. Debía tener entre treinta tantos y uno de sus ojos estaba medio cerrado, siempre estaba alegre y en sus horas libres se dedicaba a la carpintería. De hecho, recuerdo que en algún momento hizo una librería para mis padres e imagino que no sería la única. Me encantaba ir a las salas de ensayo de la calle Pizarro.

Marina Carresi – Texto Javier del Castillo – Foto Angel de la Rica

Años más tarde cuando decidí ser actriz, también estuve ensayando allí. Un día me enteré de que había un casting en Pizarro y fui allí llena de optimismo, al fin y al cabo estaba como en mi casa, aunque claro estaba muy nerviosa cosa que solía ocurrirme cada vez que iba a un casting. La prueba era para un programa juvenil y  llegué algo tarde. Parecía que ya no había nadie pero al final conseguí encontrar a una persona que estaba dispuesta a escucharme y darme la soñada oportunidad. Le explique a  toda velocidad, casi sin respirar, quien era y que estaba dispuesta a trabajar duro y no sé cuántas cosas más. Me dijo si podía hacerme unas fotos, dije que por supuesto aunque me pareció algo curioso, pero a veces te hacen fotos cuando vas a un casting, así que no le di importancia. Salimos a la calle y me hizo las fotos, no recuerdo si fue la persona con la que estuve hablando o si había algún fotógrafo. En fin, cuando terminamos le pregunté si me avisarían tanto si me elegían como si no y me miró con extrañeza – ¿Si te elegimos para qué? – yo empecé a ponerme un poco nerviosa. – Pues para el programa o para hacer más pruebas – El hombre sonrió, creo que no se puso a reír a carcajadas para no humillarme. Marina, me dijo, soy un periodista y estoy haciendo un reportaje sobre las chicas que os presentáis a este casting. Me quedé sin saber qué decir, me sentí francamente estúpida. Por descontado os podéis imaginar que no hice la prueba, la gente que hizo el casting ni siquiera se enteró de que había estado ahí. Al final eligieron a Miriam Díaz Aroca que se hizo bastante famosa, merecidamente, lo hacía muy bien. El reportaje que me hicieron lo conservo y es muy gracioso si lo leéis comprobaréis cómo a pesar de mi inocencia pasmosa y mi desastrosa organización del tiempo saqué algo positivo ya que el reportaje salió en varios dominicales y ahí estaba yo intentando salir adelante en mi incipiente carrera como actriz.

Marina Carresi – Texto Javier del Castillo – Foto Angel de la Rica

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Mi Foto con Sara Montiel o Jarrapellejos Mon Amour

Sara Montiel y yo en el centro. Fotografía por Lola Heras

Sara Montiel y yo en el centro. Fotografía por Lola Heras

Conocí a Sara Montiel cuando vino a casa para charlar con mi padrastro Pedro Amalio López de un programa que él iba a dirigir y en el que ella iba a ser la protagonista. Me pareció una persona cercana y agradable. El personaje con el que solía aparecer en televisión era eso, un personaje. María Antonia vestía muy informal y cómoda, sacó uno de sus puros y se lo fumó en el salón mientras charlaba amigablemente con mis hermanos y conmigo preguntándonos lo qué hacíamos, qué estudiábamos y lo que nos gustaba.

Finalmente el programa  lo dirigió otro realizador y no volví a ver a Sara en bastante tiempo. Mientras tanto, yo seguía en mi lucha para ser actriz y fui seleccionada para hacer un pequeño papel en la película “Jarrapellejos” (1988) dirigida por Antonio Giménez Rico. La película estaba basada en una novela de Felipe Trigo escrita en 1914. Bueno, estaba y sigue estando porque se puede encontrar en DVD o en internet. La historia tiene lugar en un pueblo de España donde un horrible cacique interpretado magistralmente por Antonio Ferrandis (nada que ver con su adorable personaje de Chanquete) tiene un control absoluto sobre la vida de sus habitantes. Las mujeres salen especialmente perjudicadas, pero no voy a contar la película por si alguien quiere verla. Es una buena película.

Tiempo después, justo acababa de independizarme y sin saber muy bien qué iba a ser de mi futuro, me invitaron a la Premiere de cine que se organizaba en Mallorca y en la que iba a estar presente una representación de la película Jarrapellejos. El director y algunos de los actores, junto con otros de los premiados, fuimos en un pequeño avión particular desde Madrid.  Estábamos alojados en un hotel, cuyo nombre no recuerdo, en el cual nos agasajaron con todo tipo de delicias culinarias y nos trataron estupendamente; el único problema era que, al ser invierno, en las habitaciones hacía un frío de mil demonios y yo con mis 48 kilos que pesaba por aquel entonces, tuve que prepararme un baño caliente y quedarme ahí hasta la hora de la entrega de premios. Cuando llegamos al lugar del evento vi que estaba Sara Montiel y la salude con la mano. Alguien estaba viendo la escena y se me acercó. Era la tía de Dámaris, una vecina y amiga de mi hermana en aquella época.

-Hola Marina, soy Lola la tía de Dámaris y estoy haciendo las fotos de la Premiere (creo que la revista para la que trabajaba, que es la que sale en la foto, era Diez Minutos) ¿Conoces a Sara Montiel?

Yo estaba un poco sorprendida, siempre he sido muy despistada y en ese momento no sabía muy bien qué decir. De hecho no tenía idea de que la tía de Dámaris era fotógrafa.

  • Sí, bueno, un poco pero…

No me dio tiempo a decir nada más, me llevó hasta donde estaba Sara Montiel y le preguntó: ¿puedo hacerte una foto con Marina Carresi? Sara, amablemente, contestó que no faltaba más. Puso su mano sobre mi hombro, como podéis ver en la foto. Cuando una está intentando ser actriz, ese tipo de gesto, no tiene precio. Pero si no hubiera estado ahí Lola Heras, la fotógrafa, nunca hubiera sucedido. A veces el destino se comporta de forma caprichosa y nos da agradables sorpresas.

En mi personaje de una joven de la Joya, en Jarrapellejos.

En mi personaje de una joven de la Joya, en Jarrapellejos.

Para terminar este relato de coincidencias o juegos malabares del destino cuando conocí a Nick J Franklin, que se convertiría en mi marido, le comenté que había participado en la película Jarrapellejos. El entonces casi no hablaba español pero de pronto desapareció y volvió con  una revista bastante extensa cuyo título era Official Programme del 32nd London Film Festival, se puso a buscar entre las páginas. Yo le miraba asombrada sin saber qué estaba pasando. Al llegar a  la página 95 me dijo ¿Is this the film you performed in? (¿es esta la película donde actuabas?) y ahí, en la página 95 estaba yo, en una foto coral de la película. El, en Londres, ya me había visto un año antes de conocerme. La vida ¿no es increíble?

Febrero 2017

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